Al terminar el día
Tú, Señor, que iluminas la noche y haces que después de las tinieblas amanezca nuevamente la luz,
haz que, durante la noche que ahora comienza,
nos veamos exentos de toda culpa y que,
al clarear el nuevo día,
podamos reunirnos otra vez en tu presencia para darte gracias nuevamente.
Por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo,
quién contigo vive y reina en unidad con el Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos.
Amén