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El Viernes Santo es una de las fechas más importantes de la Semana Santa. En este día, los religiosos católicos de todo el mundo recuerdan el momento en que Jesucristo murió en la cruz para salvarlos del pecado original y darles la vida eterna. Se trata de un día festivo en muchos países del planeta. Cristo fue crucificado por las autoridades de la época, quienes temían que “el hijo de Dios” se convirtiera en una figura tan popular que provocara albortos en la población. Entonces negociaron con Judas Iscariote para que lo vendiera, hecho que se produjo el Jueves Santo. Pilato sabía que Cristo no merecía ser condenado, sin embargo, ante la presión por crucificarlo, se lavó las manos y se proclamó "inocente de la sangre de este justo".

En esta fecha, la costumbre es no celebrar la Eucaristía en todo el mundo. En muchas tradiciones el altar de la iglesia luce sin mantel, sin cruz, sin velas ni adornos, y los ministros se postran en el suelo ante el altar al comienzo de la ceremonia. Son la imagen de la humanidad hundida y oprimida, y al tiempo penitente que implora perdón por sus pecados. Van vestidos de rojo, el color de los mártires: de Jesús, el primer testigo del amor del Padre y de todos aquellos que, como él, dieron y siguen dando su vida por proclamar la liberación que Dios nos ofrece. El Viernes Santo es un día de amorosa y gozosa contemplación del sacrificio redentor del que brotó la salvación.

El Viernes Santo es una de las fechas más importantes de la Semana Santa. En este día, los religiosos católicos de todo el mundo recuerdan el momento en que Jesucristo murió en la cruz para salvarlos del pecado original y darles la vida eterna. Se trata de un día festivo en muchos países del planeta. Cristo fue crucificado por las autoridades de la época, quienes temían que “el hijo de Dios” se convirtiera en una figura tan popular que provocara albortos en la población. Entonces negociaron con Judas Iscariote para que lo vendiera, hecho que se produjo el Jueves Santo. Pilato sabía que Cristo no merecía ser condenado, sin embargo, ante la presión por crucificarlo, se lavó las manos y se proclamó "inocente de la sangre de este justo".

En esta fecha, la costumbre es no celebrar la Eucaristía en todo el mundo. En muchas tradiciones el altar de la iglesia luce sin mantel, sin cruz, sin velas ni adornos, y los ministros se postran en el suelo ante el altar al comienzo de la ceremonia. Son la imagen de la humanidad hundida y oprimida, y al tiempo penitente que implora perdón por sus pecados. Van vestidos de rojo, el color de los mártires: de Jesús, el primer testigo del amor del Padre y de todos aquellos que, como él, dieron y siguen dando su vida por proclamar la liberación que Dios nos ofrece. El Viernes Santo es un día de amorosa y gozosa contemplación del sacrificio redentor del que brotó la salvación.

Cada 19 de marzo se celebra un día de vital importancia para todas las personas con fe religiosa: el día de San José, padre virginal de Jesús y esposo de María Santísima. José fue el hombre en el que Dios confió sus tesoros más valiosos, ya que la paternidad de San José no sólo incluye a Cristo sino, de alguna manera, a toda la Iglesia. Esta fecha se celebra desde el siglo XV. Y en el año 1847, José fue nombrado Patrono de la Iglesia universal por el Papa Pío IX. 

En la antigüedad, la celebración se desarrolló en las cercanías de la casa de José, recordada como lugar de culto por testigos como Epifanio y el Anónimo de Piacenza. Cada día 19 de marzo, después de la Misa, la comunidad se dirige en procesión hacia la casa de la Virgen a conmemorar el matrimonio de San José. Para finalizar la celebración se recita una oración de súplica a San José delante de la santa Casa de la Virgen, en el que se le aclama como Guardián del Redentor, Esposo de la Virgen y Patrón Universal de la Iglesia.



Para conmemorar esta fecha puedes rezar la siguiente oración a San José: 

¡Glorioso Patriarca San José!, animado de una gran confianza en vuestro gran valimiento, a Vos acudo para que seáis mi protector durante los días de mi destierro en este valle de lágrimas. Vuestra altísima dignidad de Padre putativo de mi amante Jesús hace que nada se os niegue de cuanto pidáis en el cielo. Sed mi abogado, especialísimamente en la hora de mi muerte, y alcanzadme la gracia de que mi alma, cuando se desprenda de la carne, vaya a descansar en las manos del Señor. Amén.

Cada 3 de marzo se celebra en los países de Occidente el día de San Blas. Nacido en Sebaste, Armenia, fue un médico, obispo y mártir cristiano. Vivió en una cueva en el bosque del monte Argeus, que luego convirtió en su sede episcopal, y fue torturado y ejecutado en la época del emperador romano Licinio, durante las persecuciones a los cristianos de principios del siglo IV.

A San Blas se lo considera el patrono de los enfermos de garganta y de los otorrinolaringólogos. También es patrono de la República del Paraguay, de numerosas localidades españolas y de la ciudad croata de Dubrovnik, donde su festividad, casi milenaria, se remonta al año 1190. Blas de Sebaste era conocido por su don de curación milagrosa, que aplicaba tanto a personas como a animales. Salvó la vida de un niño que se ahogaba al trabársele en la garganta una espina de pescado. Este sería el origen de la costumbre de bendecir las gargantas el día de su fiesta.