Por motivos laborales, económicos o familiares, hay padres que se mudan constantemente; y si para ellos estos cambios de domicilio les causa ansiedad, para sus hijos la angustia es mayor. Esto porque se trata de una decisión que deben aceptar muchas veces contra su voluntad, y los obliga a dejar atrás a sus amigos para conocer otros nuevos, A partir de los 10 años, a un niño le cuesta aceptar las mudanzas porque es consciente del mundo que lo rodea.
“Si estos cambios son frecuentes, posiblemente el menor evitará establecer vínculos fuertes de amistad en donde se encuentre. Y en caso de ser introvertido, esta característica suya se acentuará”
Lo óptimo es no someterlo a mudanzas, pero si son inevitables.
Lo mas recomendable sería:
Explicar al niño sobre los cambios de dirección. Comprenderá que no se trata de una decisión arbitraria, sino que existe un bien superior de por medio como, por ejemplo, mantenerse unidos como familia.
Mantener sus pasatiempos. Aun cuando los ambientes son distintos, el hijo debe seguir cultivando sus hobbies* o practicando un deporte, así percibirá que ciertos aspectos de su vida son inamovibles.
Contagiar una actitud positiva. Frente a los temores que trae una mudanza, los padres -pensando en su pequeño- deben poner atención a todo lo bueno que viene para la familia.
